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LA GUERRA DE UN TERCERO

Finales de agosto y en estas últimas semanas, hemos visto como las acciones sobre Venezuela arrecian, lo que se corresponde a la agenda continua de intentos por derrocar el gobierno bolivariano del presidente Nicolás Maduro y llevar al país  una situación bélica. Hechos tanto internos como externos que desde la conformación de un Gabinete paralelo, insurgencia de grupos armados, financiamientos millonarios y la matriz del informe Bachelet, configuran el nuevo entramado de conspiración hacia Venezuela.

La nación colombiana, país sede de las operaciones desestabilizadoras hacia Venezuela cuyas pruebas han dejado en evidencia la implicación de múltiples intentos contra el país, como el magnicidio frustrado contra el presidente Nicolás Maduro el año pasado, no cesan sus ataques hacia la soberanía venezolana. En consecuencia, esta vez el gobierno colombiano utiliza sus propios asuntos internos como una válvula de escape hacia Venezuela para no afrontar el delicado hecho que representa el rearme de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP) en alianza con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), como consecuencias de la traición del Estado colombiano sobre el acuerdo de paz pactado en el 2016.

Asimismo, Iván Duque cual títere de Álvaro Uribe, ha desembocado en una retórica guerrerista frente a los grupos insurgentes que cataloga como “banda de narcoterroristas” y en la que según él se encuentran en territorio venezolano apoyados por el presidente Nicolás Maduro.

Estas graves acusaciones han generado nuevos escenarios sobre la región y la política de ataque internacional sobre Venezuela patrocinada por los EE.UU., liderada desde Colombia.

El asunto de la disidencia de las FARC-EP se convirte en una matriz de opinión que busca directamente generar una acción militar en Venezuela, utilizando la excusa del terrorismo como lo han hecho en países del medio oriente antes de ser invadidos por fuerzas extranjeras.

Recientemente, una polémica publicación de la revista colombiana Semana muestra un informe del servicio de inteligencia colombiano con supuestos documentos pertenecientes al Servicio de Inteligencia Bolivariano (SEBÍN) y del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en el que se vincula al Estado venezolano con nexos de las FARC-EP y el ELN en territorio venezolano. No es casualidad que dicha revista muestre supuestos documentos -mal elaborados- que en plena coyuntura interna de Colombia denota una vez la intención guerrerista de la oligarquía de la Casa de Nariño y los falsos positivos que siempre ha denunciado el gobierno venezolano. Esta vez, según los documentos, aseguran que Venezuela pretende atacar a objetivos en Colombia mediante las fuerzas insurgentes de la FARC-EP y ELN desde Venezuela. 

En ese sentido, el presidente colombiano Iván Duque quien ha adoptado la posición de seudo líder por la paz de la región mediante la promoción de una política de integración con el Foro para el Progreso de la América del Sur (PROSUR) a la cabeza, ahora hace énfasis en una política de seguridad auspiciada por la lógica del supuesto terrorismo en Venezuela y que cataloga  como santuario del terrorismo” para referirse a los movimientos insurgentes armados y que supuestamente son apoyados por el gobierno del Presidente Nicolás Maduro en propio territorio venezolano.

Al mismo tiempo Duque, aprovechara pedir en la próxima sesión general de la ONU ante el Consejo de Seguridad, que Venezuela sea incorporada a la lista de países que albergan terroristas en el mundo. En espera que el informe parcializado y mentiroso de la Alta Comisionada de la ONU, Michell Bachelet, para los Derechos Humanos sobre Venezuela, sea entregado ante dicha instancia y busque que este sirva como trampolín para aprobar incursiones humanitarias con carácter jurídico del derecho internacional, situación que compromete delicadamente y ponen en riesgo la seguridad de la nación venezolana ya que existe un precedente que raya en la similitud al caso de Libia; cuando hablan de "detenciones arbitrarias, torturas, y crímenes extrajudiciales", además de la polémica acusaciones sobre la Fuerzas de Acciones Especiales (FAES). Estas acusaciones y la mediática internacional fueron el caldo de cultivo para activar la “Resolución 1973” ante el Consejo de Seguridad de la ONU que dio fin a Muamar el Gadafi y destrucción de Libia.  

Mientras tanto,  la administración de colonias  en Washington, la Organización de Estados Latinoamericanos (OEA), aprobó en asamblea general el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un instrumento del cual Venezuela se retiró oficialmente en el 2013 y que  esconde en su más estricta esencia una coalición militar internacional para intervenir en Venezuela con los representantes afiliados al tratado de manera conjunta.

Todo apunta desde las últimas semanas del mes pasado, que ha  comenzado un nuevo ataque, con lo sucedido en Colombia y la disidencia se da inicio a una nueva conspiración contra Venezuela que pudiésemos describir  como un síndrome de abstinencia de la derecha venezolana liderada por Guaidó, cuando nombra un gabinete ministerial colocando a su jefe Leopoldo López a la cabeza de coordinador del “Centro de Gobierno” como estratagema para “avanzar hacia el cese de la usurpación”, algo que no sorprende al estar este refugiado en la embajada de España luego de irrumpir el 30 de abril en el distribuidor de Altamira para generar un Golpe de Estado.

Por otra parte, y en consonancia con la estrategia financiera del imperialismo, la hija de Donald Trump asesora de la Casa Blanca, Ivanka Trump, visitó recientemente la ciudad fronteriza de Cúcuta para reunirse con una delegación diplomática enviada por Guaidó. Además, anuncio la ayuda de 120 millones de dólares para los venezolanos en Colombia, un discurso que se repite como el concierto AID-LIVE y la ayuda humanitaria, cuestión que solo hace eco de la mediática internacional sobre una “crisis migratoria y de refugiados” que busca la aprobación de la opinión pública sobre cualquier intención de ayuda en Venezuela, incluyendo una intervención por la fuerza.

Mientras tanto, el lobby estadounidense sigue pidiendo sanciones para Venezuela, esta vez Elliott Abrams desde Europa ha pedido que los 28 países que conforman la Unión Europea, impongan nuevas “sanciones a funcionarios venezolanos”. El enviado especial para Venezuela, ha considerado un “error” el no imponer las sanciones ya que esto promueve el dialogo entre gobierno y oposición en Noruega. Claramente esto muestra el rechazo que tienen los EE.UU. hacia el dialogo y el disgusto que les causa que Europa tenga un papel importante en las negociaciones, como lo es el Grupo de Contacto.

Es evidente que la política exterior europea no está sucumbiendo ante los designios norteamericanos. Y es que a pesar de la hostilidad que algunos Estados Europeos puedan tener hacia Venezuela, algunos gobiernos que apoyaron a Guaidó en su momento, han repensado y vuelto a las relaciones bilaterales con el gobierno legítimo de Nicolás Maduro, sobre todo por los intereses y los contextos económicos. Abrams, quien también se ha pronunciado respecto al TIAR, considera que su activación “no representara una acción militar para Venezuela”, mientras al respecto de los ejercicios militares fronterizos dijo que “si Venezuela agrade militarmente a Colombia esta tendrá el total apoyo de EE.UU., si eso ocurre”. 

Debido a la nueva oleada de ataques hacia el país, el presidente Nicolás Maduro ha ordenado el despliegue de fuerzas militares, incluyendo el sistema de misiles en la zona fronteriza y declarado la medida de alerta naranja hasta el 28 de septiembre, una muestra de musculo, disuasión y un claro mensaje de que Venezuela está preparada para enfrentar la pretensión neogranadina e imperialista de agredir la soberanía de venezolana.

Las medidas llegan luego de que el jefe de estado convocara el Consejo de Defensa de la Nación amparado en el artículo 323 de nuestra constitución, previendo una acción militar colombiana en consecuencia de la activación del TIAR. Dicha medida, ha traído paz a las poblaciones fronterizas que constantemente son sometidas por el paramilitarismo colombiano que mantiene el control del contrabando y de extracción de gasolina, cuyo negocio genera grandes pérdidas al ejecutivo venezolano y mantiene abastecida de combustible parte la provincia del Norte de Santander.

En ese contexto, recientes declaraciones del constituyente Julio Chávez ha alertado que luego de la activación del TIAR, el país espera poder sufrir un ataque aéreo y medidas militares provenientes del país vecino. Sin embargo, esta idea no es descabellada si recordamos que en uno de los programas de José Vicente Rangel por allá en el 2013, denunció que la oposición venezolana se reunió en Texas con representantes de la industria área militar y adquirió unos “18 aviones de guerra para ser colocados en una base aérea de los EE.UU. en Colombia, la cual tiene las coordenadas P 11° 25′ 31», M 72° 7′ 46»”; así lo detalló en su momento Rangel.

La situación de tensión fronteriza mantiene en vilo a propios y ajenos que rayan en la paranoia de una posible confrontación entre ambas naciones hermanas y afecte toda la región, lo que significaría un negocio redondo para terceros y un riesgo costoso para los actores del conflicto.

En el caso de los halcones de la guerra de la política estadounidense, llama la atención las circunstancias en la que el asesor de seguridad John Bolton ha sido despido por el propio Donald Trump, quien a manifestado haber tenido diferencias en su política exterior sobre Rusia, China, Corea del Norte e incluida decisiones sobre Venezuela. Algunos analistas asumen este hecho como una victoria venezolana ante la presión y política de Bolton, ya que no obtuvo el efecto esperado para derrocar al presidente Nicolás Maduro. Sin embargo, aún no se dice nada oficialmente sobre la nueva política hacia Venezuela, Rusia, China o Irán. Pero pareciese que el despido de Bolton deja una sombra oscura que amenaza algo peor y este quisiera no llenarse las manos de sangre. Mientras tanto, el nuevo sucesor de Bolton Charlie Kupperman quien fuese su hombre de confianza y asesor interino, tiene experiencia en políticas y programas de seguridad nacional. Expertos, opinan que el escenario de la salida del asesor de seguridad tiene que ver con la búsqueda de relaciones diplomáticas con los enemigos de EE.UU., más acérrimos como Irán y Corea del Norte que fueron contrarias a las políticas de Bolton.

Willian González Sandoval

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