ALÍ PRIMERA: flor y fusil…
por: Mario Fernández
Bastante
se ha hablado y escrito acerca de nuestro cantor más elevado, lo cual no limita
seguir haciéndolo, puesto que la apasionante vida y el enorme legado de Alí
Primera trasciende generaciones y categorías conceptuales, sin ánimos de
exagerar, pero con muchas ganas de exponerlo con la misma centelleante pasión
que el “Cantor del Pueblo” imprimió a su lucha y sus convicciones, llevado por
la música emanada de los pájaros y vientos que luego se juntaron con las
palpitaciones de todo el país y de toda Latinoamérica en un trasegar de
emociones, riesgos y experiencias que permearon la conciencia de muchos y lanzó
a buena parte del pueblo venezolano a retomar las banderas de Bolívar.
Nuestro
“Padre Cantor” no era un mero panfletario, equivocado está quien así lo piense.
Él mismo lo expresa “…Les puedo jurar que nunca he escrito ninguna canción
adrede. Que jamás he cantado una canción como encargo visceral de mi posición
ideológica. Algunas veces mi canción anda dando brincos en el pedregoso camino
del panfleto; otras, tiene el humilde vuelo de una sencilla poesía, sin más
pretensión que la de comunicar mi solidaridad con el ser humano".
El
verbo de Alí es políticamente encendido y enormemente afectuoso, cuando nos
dice “…A veces sucumbo ante la rabia con la misma fuerza que lo hago ante la
ternura, pero siempre como una respuesta espiritual y no como una reacción
endocrina ante la realidad…” está asumiendo el amor como camino y llegada.
Pero también es un verbo cultivado, labrado desde las lecturas de libros y de
las voces del pueblo. En una ocasión, se encontraba en una entrevista de radio
de una emisora en Maracaibo, cuando entra un singular maracaibero venido del
inclemente calor típico de la ciudad y dice “qué molleja de calor, ese sol
está a medio cielo”. Más tarde, Alí Primera escribe una de sus canciones “con
el sol a medio cielo/me nacieron seis muchachos/que se hicieron
compañeros/militantes de mi canto…”
Cuando
nos dice “…por eso canto y le escribo un epitafio a la amargura…” coloca
a la esperanza como valor fundamental más que como expectativa de resultados,
por la tarea de coadyuvar en la construcción de un mundo más justo. Y lo
propone en otro momento “si andas lejos de la envidia/tendrás cielo
despejado/y el aroma de la tierra/después que llueve en los campos…”
Como
todo creador, relata en sus composiciones la vitalidad de sus experiencias, sus
memorias más sentidas, por eso afloran instantes microbiográficos en
descriptivos versos que nos sirven para leer sus pasos “me acuerdo de mi
cajón de limpiabotas ‘hoy no fío, mañana sí’, escrito en mala
letra…”
La
canción del autor de los Techos de Cartón, es esencialmente orgánica,
como pudo haberlo dicho Antonio Gramsci (1891 - 1937), por eso se parecía tanto
a su pueblo –ya hemos expuesto varios ejemplos-. Al parecer, el poeta Cruz
Salmerón Acosta (1892 –1929) nacido en Manicuare (poblado ubicado en la parte
meridional de la Península de Araya, en el estado Sucre, Venezuela) decía que
al morir llovería, por ello, Alí Primera escribió “…la canción de
Salmerón/el que su vida cambió/por un día de lluvia/porque su pueblo/moría de
sol…” y, recorriendo las carreteras andinas venezolanas, observó las
manchas del chimó salpicado en una pared blanca, frente de la cual estaban dos
hombres conversando, entonces dijo “con negros escupitajos/ahuyentas tu
melancolía/andino que subes lenta/la montaña de tu vida…”
Fue
aguzadamente crítico con aquellos que asumen de forma acartonada una fría
dialéctica sin concreción, separada de la praxis y el riesgo “…Basta ya de
intentar conocer al pueblo como a una anécdota más, como quien llena un
requisito previo para entrar a las tertulias de la ‘izquierda divina’, facilona
ella...”
Cierro
esta disertación sobre nuestro más prominente cantor Alí Primera, con uno de
sus textos publicados a principio de los ochenta, en un diario capitalino, al
que tituló No solo de vida vive el hombre:
“Siempre
he enfrentado la vida con profundo agradecimiento de estarla viviendo. Contento
de ejercer con plenitud y honestidad la hermosa tarea de poner en función del
hombre y su combate, la canción que aprendí entre cantos de pájaros, los golpes
de la escardilla sobre la tierra seca y la roja y silvestre cosecha de los
semerucos en mi amada Península de Paraguaná”.
“Esa
canción ha tomado forma y sentido en tantos años levantándose en defensa de la
vida. Esa canción es amiga de los pueblos que, en la parte latinoamericana del
mundo, luchan por liberarse del secular oprobio, miseria y atraso a que los han
condenado sus depredadores de barras y estrellas”.
“Esa
canción es amiga de los pueblos africanos que luchan por no dejar morir
definitivamente su cultura, su dignidad y sus derechos frente a la bota
colonialista y ‘civilizada’. Esa canción es amiga del Vietnam que sigue
luchando por ser ‘diez veces más hermoso’ como lo soñó el dulce y sabio Ho Chi
Minh. Esa canción es amiga del pueblo Palestino y su lucha por recuperar lo que
siempre fue el sitio amoroso de su patria”.
“Esa
canción, lo digo con sincera convicción, es amiga del pueblo judío, aunque
enfrente con todas sus fuerzas, la política genocida y sionista que lo dirige.
Esa canción es amiga del hombre que sueña y lucha por sus sueños, del hombre
que ama con profunda fe en el ser humano. Esa canción es amiga del que no ha
desertado de la esperanza y que, en una pequeña iglesia, ora porque el mundo no
se siga construyendo con la osamenta de los que mueren de hambre, la descomunal
cruz donde quieren clavar de nuevo al hombre”.
“Esa
canción es amiga de los poetas y también de los cantores ‘boca-sucias’ que
impotentes de romper cristales con su voz, andan por ahí, abriéndole agujeros a
la desesperanza y al ‘achanta, pana’ con que lo quieren frenar los derrotistas.
Esa canción es nicaragüense y es salvadoreña al ser profundamente venezolana,
con toda la fuerza que le transmite el pueblo que la alimenta, con dulces y
amargas palabras y con la música que se origina en los pasos de nuestros
primeros pobladores caminando descalzos sobre las hojas secas”.
“Esa
canción ni es neutral ni me la canto a mí mismo, por eso tiene amigos y
enemigos por supuesto. Tiene enemigos en los que se deleitan golpeando al
hombre preso, enemigos en los que trafican con la droga que convierte en
pesadilla de desolación y muerte los jóvenes sueños de nuestra muchachada. En
los que convierten en mentira la hermosa verdad de la democracia. Enemigos en
los que llegan al filo de la madrugada con tractores y peinillas desenvainadas,
y convierten en enormes fogatas las humildes viviendas donde miles de
venezolanos abrigan la sub-vida que les permite un sistema corrupto e inhumano
como el que tenemos”.
“Enemigos
en los que llenan de cenizas e inmundicias nuestros ríos y después dicen que
fue una ‘menudencia casual’ la mortandad de peces en Carenero. Enemigos en los
que han edificado un pueblo desnutrido sobre la inmensa riqueza de nuestro
suelo. Enemigos en los que creen en Bolívar mientras se puedan embolsillar su
pensamiento”.
“Enemigos
en los que creen que las células del hombre que trabaja, son centavos que se
pueden atesorar en los bancos de Suiza. Enemigos en los que creen que con
mentiras se pueden llenar de mierda para siempre, la dignidad del pueblo
nuestro. Enemigos en los que dicen que es ‘por capricho’ que la gente vive
martirizada en nuestros cerros”.
“Enemigos
en los que creen que, a todo un pueblo, dueño del cerro ‘Galicia’, lo pueden
encerrar en un club de Sibaritas, construido sobre un crimen ecológico.
Enemigos entre los que hablan y manotean orondos sobre los derechos humanos,
mientras nuestros indígenas son perseguidos a perdigonazo limpio como si fueran
chiguires. Enemigos en los que ‘ligan’ que el gobierno de turno sea desastroso
y malo para ellos poder ganar ‘las próximas elecciones’. Así se han barajado
durante más de cinco lustros, y nuestro pueblo boca abierta y bueno, dejándose
llevar”.
“Claro
que esa canción tiene enemigos, coño y si no los tuviera, igual la cantaría”.
Mario
Fernández P.
Publica un comentario