Desbandada en la derecha
por: Richard Canan
La
desbandada en la derecha es apoteósica. La derrota es huérfana. Por eso nadie
ha dicho ni pio ante el “cambio de aires” y el forzoso enfriamiento de calle
luego de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente. El mismísimo
monstruo de la extrema derecha, Freddy Guevara, continúa en terapia hormonal,
por lo que ha bajado el perfil y no ha dirigido más acciones violentas. No hay
más temerarias órdenes de “sigamos” con la violencia, esperando quizás que las
aguas vuelvan a su cauce.
Las
aguas turbias no permiten ver el fangoso juego de intereses desatado en la
derecha, merodeando cual zamuro carroñero sobre su presa indefensa. Pero el
fuerte hedor permite saber que es una guerra a cuchillo limpio. Fratricida. Una
guerra de acusaciones y recriminaciones.
A Guevara le están pasando factura por
el fracaso de sus disparates violentos (“paro, no paro, plantón, trancazo,
marcha, salgan, no salgan, trampero, marchazo, cacerotranca, trancerolazo”).
Calculan con acierto que han dejado más heridas y divisiones que logros. Eso de
provocar peleas entre vecinos y generar la exasperación de la gente de clase
media, secuestrada y vejada por los que pretenden ser sus “liberadores”,
terminó por esclarecer que todas estas vías solo alimentan el ego y la sed de
sangre de los minoritarios grupos violentos, pero que no avanzan en la arena
política.
Inmediatamente
después de la elección nadie pudo detener a los caballos desbocados por
anotarse de primero para las elecciones regionales. La vertiginosa rapidez de
los acontecimientos dejó sin palabras a la extrema derecha que de inmediato se
rasgó las vestiduras. A estos “demócratas” se les agotó el gusto por las
elecciones, están inoculados y se desviven por las “salidas” violentas y el
golpismo.
En
medio de sus contradicciones florecen sus malcriadeces y la falta de unidad:
“vamos a regionales, sí, no, no, sí”. Todo un enredo que es matizado por las
ambiciones y la clara necesidad de “copar espacios”, como bien saben los zorros
viejos, los cuales denuncian la existencia de una “trampa antielectoral” para
desprestigiar y atacar a los que sí quieren participar. Capriles, entre sus
muchos guabineos, soltó que la oposición “debe luchar en todos los tableros
para derrotar al gobierno de Nicolás Maduro; no hacerlo fue nuestro error en el
pasado”. Se ve que no quiere soltar el coroto de Miranda, así solo pase de
visita por las vías del estado donde se supone es gobernador.
La
elección de la Asamblea Nacional Constituyente fue contundente. Más de 8
millones de votos dejaron claros y sin vista a la derecha y sus enajenados, que
siempre están en modo negación, menospreciando al Chavismo que salió en masa a
defender la paz.
Ante cualquier duda, todo nuestro sistema electoral es
auditable, quedan trazas y pruebas en todo el proceso. No así en las cenizas de
las “firmas planas” de la “encuesta-referendo” que hizo la derecha donde nada
se puede auditar.
La derecha disparatada vive sumida en sus enredos y
contradicciones irreconciliables. Estamos claros de su doble moral, de sus
inclinaciones hacia la violencia, de su genética golpista y de la tendencia a
la siniestralidad de sus acciones.
Otros
análisis de la derecha, menos hormonales y más racionales, van por otro tenor:
¿qué nos pasó? ¿qué viene ahora? Hay una clara ralentización de la violencia,
que se celebra y agradece en nombre de los miles de “secuestrados” de las zonas
de clase media, que por fin pueden ejercer su derecho al trabajo y al libre
tránsito. Hasta nos sorprendió un decreto, perdón “Comunicado Oficial”, emitido
por una logia guarimbera de La Trinidad (llamada “Trinidad Activa”), donde
informan a sus queridos “vecinos baruteños” de la existencia de “falsos
guerreros” que se han dado a la tarea de “cobrar peaje”, “coaccionado a sus
víctimas” a la salida del tapiado túnel de La Trinidad; por lo que a partir del
“31 de julio del año en curso, los vecinos que ahí protestamos a diario, hemos
tomado la decisión de retirarnos… y solicitamos el apoyo de nuestra policía de
Baruta y la Alcaldía (saludos cariñosos a quienes nos protegen), con sus buenos
oficios, para atrapar a estos antisociales (a ellos y no a nosotros, mosca), y
además pedimos que retiren los escombros…”. Es increíble. Esta es una patética
confesión. Los “guerreros” violentos han actuado con total impunidad por la
complacencia-ausencia de los alcaldes de la extrema derecha (ni hablar del
gobernador-ausente Capriles Radonski).
Lo
que está claro es que la derrota es de tal magnitud que entre los propios
guarimberos se acusan y se delatan. Es un testamento político (y prueba para
los tribunales). Son inculpaciones públicas ante el fracaso guarimbero. Guevara
bajó su perfil hasta las cavernas del averno, mutis y “silencio activo”, viendo
desfilar el féretro de sus planes violentos, ni un solo logro político, pero
docenas de muertos y heridos a su cuenta (“sigamos”). Las recriminaciones no se
han hecho esperar. Periodistas y opinólogos han hecho la autopsia (comiéndose
sus propias categorías discursivas): Andrés Cañizález les espetó con ironía un
“Anti-Manual de cómo enfrentar a una dictadura”. Allí les soltó las siguientes
perlas (por casualidad todo recuerda a los errores de Guevara y la MUD): “No le
hable claro al pueblo, dígale que de ésta vamos a salir fácil”; “En un mismo
día dicte tres acciones que no sean coincidentes”; o “Antes de discutirlo en el
seno de la coalición haga públicas sus posiciones”. Que pela mano. Las torpes y
criminales acciones del orate fascista de Guevara y compañía (este
diputado-criminal no actúa solo) deben ser investigadas por la Comisión de la
Verdad y ser sometidas a la justicia.
Ya
tenemos en funcionamiento la Asamblea Nacional Constituyente (un escenario de
debate político), tendremos elecciones regionales para gobernadores y se
demostró el fracaso de los trancazos y la violencia callejera. Todo gracias al
aguante y resistencia del pueblo, a la contraofensiva revolucionaria que nos ha
moralizado y revitalizado. Lo mejor de todo es que escribimos esto en un
escenario de paz.
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