La estrategia es vencer
La similitud que hoy existe entre los
sistemas simbólicos de la guerra y la comunicación política electoral no pueden
considerarse propiamente obra de la casualidad. La contienda electoral en
nuestros tiempos ha venido a sustituir a la guerra en términos de la lucha que
se da por la expansión de ideologías y grupos de poder sobre recursos o
territorios, en su mayoría estratégicos como lo es el caso de Venezuela por su
gran cantidad de potencialidades en diversos campos.
Hoy en este tipo de contienda no se pugna por un terreno físico.
El terreno a conquistar es la percepción del individuo y el ejército puede
considerarse como los simpatizantes o la militancia que a depositado su
confianza y sus expectativas de futuro en un proyecto político que le dignifica
o que representa sus intereses mas cercanos (en este caso el Socialismo
Bolivariano y Chavista del Siglo XI)
Un error garrafal que no se debe cometer
es creer que los electores son sujetos manipulables, que algunas clases
sociales o cúpulas políticas pretenden creer interpretar atreves de encuestas o
mediante análisis segados de intelectuales que interpretan la realidad desde
una postura personal. Debe por el contrario tomarse a los electores como
protagonistas que deciden de forma decisiva el destino de una nación o proyecto
político (La Revolución Bolivariana).
Debemos comenzar a considerar a
diferentes sectores de nuestra sociedad especialmente a los menos politizados,
como grupos de poder, para lograr interpretar sus verdaderos intereses en
dependencia de las necesidades vinculadas a la cotidianeidad, puesto que algunos
temas cubiertos por nuestros medios y abordados por nuestra propaganda como
escándalos políticos, corrupción y exceso de fijación en grandes personalidades
del ámbito partidista, carecen de atractivo para el ciudadano común ya que este
suele buscar información referente a la solución de problemas concernientes a
su vida inmediata. Nuestra campaña debe estar orientada hacia una estrategia de
polarización de las fuerzas, evitando un escenario de riña permanente entre
candidatos, cosa que suele resultar irrelevante para el elector si lo ponemos
en un contrapeso con otros problemas y debates que si pueden resultar de su
completo agrado tales como: La economía, la seguridad, la salud y el bienestar
social en su generalidad.
En una elección son de gran valor las
condiciones objetivas de tiempo y espacio, momento determinado y colectivo
especifico de personas, durante cada periodo de gobierno la percepción del
elector sufre transformaciones importantes, requiriendo en cada contienda
electoral nuevas ideas y nuevas formas de plantear la estrategia, dejando atrás
recursos gráficos y discursivos retrógrados que puedan estar fuera de contexto,
obstruyendo un desenvolvimiento original y creativo del nuevo proceso y
obviando recursos vanguardistas que pueden jugar a nuestro favor.
La victoria dependerá en ultima instancia
de la capacidad que se tenga para generar un lenguaje simbólico e innovador
adecuado a tendencias de ultima generación en materia de comunicación,
conduciendo de forma adecuada el mensaje para que influya sobre los anhelos,
expectativas y miedos logrando que la sociedad se arriesgue por nuestra opción.
El mejor ejemplo de lo antes recomendado
lo podemos encontrar en la figura del Comandante Chávez que utilizando la
espontaneidad de su discurso y el carisma propio de una personalidad
arrolladora aprovecho cada circunstancia y espacio para publicitar nuestros
logros y plantear la necesidad histórica de un cambio de sistema, el cual se
basara esencialmente en la inclusión, aludiendo a propios y ajenos a optar por
la opción del socialismo, logrando de esta forma estar en una postura de
campaña permanente a favor de los intereses representados por los desposeídos y
deslegitimando a su ves los argumentos vacíos de los contendores teniendo como
resultado victorias avasallantes que debemos rememorar en cada batalla
electoral de aquí en adelante.
Publica un comentario