Cumplir con Chávez es asegurar la continuidad de Maduro
Por: Carlos Aznárez
Cinco años han pasado sin la
presencia física del Comandante Hugo Chávez, y sin ningún tipo de exageración,
América Latina parece otra. Se asemeja a ese continente del que Bolívar hablaba
con pena por verlo sometido de pies y manos a los intereses nefastos de los
Estados Unidos, con todo lo que ello significa.
Es que la partida física de Chávez (o su asesinato por orden de
alguno de los tantos halcones de Washington) significó en poco tiempo una
involución tan grande que a veces nos parece estar sufriendo una auténtica
pesadilla. Con el virreinato obsecuente de los Macri, los Temer, los Cartes,
los Santos, los Peña Nieto, los Almagro, el Grupo de Lima, Trump y su colección
de dichos y acciones prepotentes, provocadoras y brutales, todos ellos atacando
desde el poder intentando perforar las conquistas ganadas, con lucha, por los
pueblos.
En ese marco, la figura de Chávez (como la de Fidel y la de Evo)
crece de tal manera que nos impregna de aliento para seguir insistiendo en dar
vuelta con todo este escenario de muerte que es el capitalismo y acariciar
nuevamente la idea de alcanzar la segunda independencia.
Cuando en medio de la tormenta y los malos presagios, los
pueblos -y en especial los que se definen como bolivarianos- afirman que
“Chávez vive” están advirtiendo que esos hombres y mujeres anónimos harán lo
posible para que su legado no se olvide. Buscarán las palabras y aplicarán las
enseñanzas del Comandante, a fin de enfrentar a quienes insisten en
colonizarnos para dominarnos mejor. De eso se trata finalmente, de recordar en
este día cuánto nos enseñó Chávez a la hora de desafiar a sus enemigos.
Contundente a la hora de tomar decisiones, sobre todo, aquéllas
que tenían que ver con los intereses de su querida Venezuela. Apasionado y
entusiasta en la defensa de los más humildes, a los que dedicó todos y cada uno
de los días de su mandato. Procurador de la unidad para golpear todos juntos al
Imperio, algo que demostró no sólo en la política interna sino en la doctrina
que sentó a nivel de Latinoamérica y el mundo. Cerebral y con los pies en la
tierra cuando se trataba de abrir las puertas al debate -incluso con sus
enemigos más feroces- y a la hora de formular ideas que permitieran acercar
posiciones que estaban en las antípodas. Así era Chávez.
Pensando en los niños y niñas, en los ancianos y ancianas, en
los condenados de la tierra, este Comandante feminista y antipatriarcal
introdujo el lenguaje de género en la política, como nadie antes lo había
hecho, le dio fuerza a las Misiones sociales y las convirtió en imprescindibles
a la hora de desarrollar su gestión. Eludió las burocracias ministeriales y
entregó a su pueblo la posibilidad de alfabetizarse a pleno, de obtener
atención médica gratuita con la Misión Milagro de la mano de Cuba solidaria.
Posibilitó acceder a los más pobres, por primera vez en décadas (o en siglos),
a las Universidades, y en otro plano estratégico desafió a los latifundistas
entregando tierras al campesinado. Inteligente y audaz, se adelantaba al
futuro y no dudó un instante en impulsar las Comunas, abrazado a esa consigna
recurrente en tiempos de ofensiva oligárquica: “Sólo el pueblo salvará al
pueblo”.
En tiempos en que el cipayaje manifiesto de algunos mandatarios
corre desbocado por el continente, halagando el oído de sus amos, viene a
la memoria la gran derrota del ALCA en Mar del Plata, la construcción de Unasur
y la Celac, la política independiente del bloque de los países del ALBA (otro
de sus grandes concreciones en hermandad militante con Fidel), o las iniciativas
de apoyo a países golpeados por la crisis capitalista, construyendo Petrocaribe
o utilizando sus recursos naturales para achicar la brecha de desigualdades en
que esos pueblos están inmersos.
Ahora que su legado ha sido recogido por millones en el mundo, y
que su compañero de tantas luchas, Nicolás Maduro se apresta a asegurar la
continuidad de una propuesta que aún necesita de más años y nuevas
construcciones de poder popular para blindar las conquistas obtenidas, que
nadie dude sobre cuál es su trinchera de combate. Ahora precisamente,
como dicen los raperos en los barrios de Caracas: “Nosotros con Chávez” para
edificar una nueva victoria de su sucesor en mayo.
Cinco años después, la figura del Comandante eterno y el ejemplo
que supo darnos, refuerzan la necesidad de redoblar la solidaridad con
Venezuela Bolivariana. Es lo menos que merece una nación jaqueada por la guerra
económica y con un pueblo heroico que resiste porque no pierde de vista quiénes
y cuánto están dispuestos a hacer sus enemigos de clase. De allí que para que
Venezuela pueda concretar su sueño socialista, debemos proclamar que el mejor
homenaje hacia Hugo Chávez es renovar la necesidad de ser críticos con todo lo
que no funcione y a la vez, ayudar a que el triunfo de Nicolás Maduro en mayo,
se convierta en el instrumento necesario para profundizar la Revolución.
Entonces sí, habremos cumplido con Chávez.
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