Sucre, no te pudieron Borrar
Mas vigente que
nunca, Antonio José de Sucre el valiente que se forjó al calor de la batalla y
las dificultades desde muy niño sufrió el rigor de la vida quedando huérfano,
por tal razón algunos escritores le denominaron como el hombre de los ojos
tristes, pero nada doblegaría al valiente joven artillero, disciplinado,
organizado y generoso. Conoció las vicisitudes y el fuego de la guerra al lado
del General de Generales Francisco de Miranda en la toma de Valencia, su
aplicación y una inteligencia lo hicieron sobresalir entre sus compañeros, sirvió
también a las ordenes de los Generales
Mariño, Piar y Bermúdez cuando emprendieron la reconquista de su patria en el
cruento año de 1813, el joven les acompañó en una empresa atrevida y temeraria,
no faltarían otras hazañas de esta magnitud a lo largo de su corta pero intensa
vida.
El laureado Sucre
siempre se distinguía por su infatigable actividad, por su inteligencia y
valor. En los célebres campos se encontró al lado de los más audaces, rompiendo
las filas enemigas y destrozando ejércitos. La Gracia de la Providencia no pudo
ofrecer prodigios mayores, siempre fue uno de los que se distinguían en medio
de héroes y valientes.
Era el alma del
ejército que servía en cualquier campo de batalla. Metodizaba todo, lo dirigía
todo, con modestia y con gracia preparaba y ejecutaba. En medio de las
combustiones que inevitablemente nacen de la guerra y de la revolución, el
General Sucre se hallaba frecuentemente de mediador, de consejero, de guía, sin
perder nunca de vista las situaciones estratégicas, fue el azote del desorden
y, sin embargo, el amigo de todos de rasos y generales.
Alcanzó las más
altas cúspides, el más alto grado en el Ejército Libertador, Gran Mariscal de
Ayacucho, la presidencia de la República de Bolivia, la presidencia del
Congreso de Bogotá en 1830, la plenipotencia en funciones diplomáticas. Se le
consideró el más afortunado de los generales de la Independencia americana, envidiado
por muchos por su cercanía y amistad con el Libertador sobre todo en el
ejército y las mas altas esferas políticas se acrecentaron el rencor, el odio y
la saña contra el que sabían destinado a heredar la gloria de Bolívar y el
mando de la Gran Colombia hasta el punto de decidir su asesinato.
En el sur de
Colombia dos caudillos militares temían que ocurriera una reacción política
triunfante de los bolivarianos. Se trataba de Juan José Flores, en el
separatista Ecuador y del santanderista José María Obando, en el Cauca
neogranadino. El asesinato de Sucre ocurrió en el territorio que estos dos
caudillos dominaban, el magnicidio convino en última instancia a los santanderistas,
pues contribuyó a debilitar el espíritu de lucha de Bolívar y a derrotar la resistencia
Bolivariana de Rafael Urdaneta. Luego de la cruel emboscada de Berruecos y la
capitulación de los bolivarianos, Obando ocupó brevemente la presidencia de la
Nueva Granada y Flores consolidó su hegemonía en el Ecuador apuntalando la
traición y el asesinato definitivo de un proyecto que tanto costo, sumiendo la
américa nuevamente en la división y entregando nuestras nacientes republicas al
tutelaje de imperios europeos como Inglaterra, Portugal, Francia etc. y el que
ya se consolidaba como futuro regente y verdugo del continente; Estados Unidos
de Norteamérica.
El análisis de la
vida de sucre y los acontecimientos que envolvieron su muerte, traición infame
que sigue marcando nuestra historia, merece un capitulo de análisis en este convulso
contexto que tiene inmensa cantidad de similitudes con nuestra inconclusa
independencia, la cual tratamos de consolidar en el presente bajo la dirección
de la Doctrina Bolivariana y Chavista. Los enemigos, sediciosos y conspiradores
de hoy siguen siendo los mismos con diferentes rostros pero unidos por un único
interés de plagar la américa de miseria en nombre de una falsa libertad y
democracia promovida por intereses extranjeros que pretenden echar mano
nuevamente de nuestra soberanía y recursos.
Por esto decimos,
alerta pueblos de nuestra américa que todavía resta consolidar el objetivo
supremo por el que murió el Padre de la Patria y el Gran Mariscal de Ayacucho
el cual es la independencia.
Sucre, no pudieron ni podrán borrarte y por
cada Santander por cada Obando y cada Flores
se levantaran un millar como tú para derrotar el espíritu de la traición y
coronar la libertad del pueblo en un inmenso Ayacucho Continental.
Como soldado fuiste la victoria, como magistrado la justicia, como vencedor la clemencia y como amigo la lealtad.
Simón Bolívar, Padre de
la Patria.
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